Nunca me da culpa desaparecer entre los almohadones del sofá cuando llueve. Alcanza con asomarse de la ventana para entender que los porteños, en dias como este, se deprimen de forma inmediata. No salen, no comen, no conocen a nadie nuevo y en definitiva no la pasan bien. Solo se quedan en casa con delivery, un sofá, una cama, un par de calcetines agujerados y ropa sin forma y sin color. Como mucho tienen sexo un rato con su pareja mientras que la tele pasa un viejo episodio de Friends.
Por eso me alcanza con solo asomarme por la ventana para darme cuenta de que tengo una excusa valida para también hacer nada. Como no pasara nada, no me perderé de nada.
Eso seria mi gran miedo en la vida; el de perderme algo, una oportunidad, un gran plan. No me gusta pensar que el resto del mundo esta tomando sol en una playa tropical o quemando la tarjeta comprando una nueva cartera, vestido, camisa, novia, mientras que yo me quedo en casa decidiendo si cruzar la esquina y comprar galletitas.
Hoy llovió toda la tarde y por eso decidí llevarme a C a Decata, un cafe con larga trayectoria en pleno corazón de Canitas. Pedimos una ensalada de pollo y unas brochetas de hongos. Después de 30 min recibimos el 50% del pedido, la ensalada, y nos comunicaron que se habían olvidado de la segunda parte. Bueno. Nos quedamos 5 min mientras que yo trataba de salvar el poco pollo que traia la ensalada. Después volvimos a abrir el paraguas y nos fuimos caminando hacia Natural Deli, a una cuadra del shopping Solar. Ahí,C se pidió, una mezcla rarísima de cosas que parecían.. saludables, para decirlo de alguna manera. Yo rompí mi dieta de un día y me pedí un muffin de banana y coco. Después volvimos a salir a la lluvia. Esta noche no salgo. Mañana hare de todo, para compensar.
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